Dibujar un Aleph es una metáfora sobre la mirada creativa, y aborda como esta se constituye de manera colectiva. El proyecto de obra consiste en un dibujo digital en tiempo real, en transformación constante, formado por líneas que reproducen en loop los trazos realizados con lápiz digital, que transitan sobre un canvas en movimiento y se desvanecen dando lugar a nuevos dibujos.
Dibujar un Aleph es un proyecto de obra que no fue realizada todavía, pero cuya etapa de gestación fue plasmada en la tesis de equivalencia universitaria que realicé para la Licenciatura en Artes Visuales de la Universidad Nacional de las Artes.
Partiendo de asociar un juego infantil propio con el Aleph descrito por Jorge Luis Borges en su cuento, tomé el concepto del Aleph como el hallazgo de un intersticio en la mirada: algo irreal que nos explica la realidad y le da un sentido profundo. La propuesta es indagar en cómo se articula el imaginario colectivo y la experiencia personal en la mirada propia, y trabajar sobre la idea de que ese intersticio en la mirada se corresponde con la construcción de una mirada creativa.
La idea es tomar el dibujo de un Aleph como representación de la propia mirada en constante cambio. De cada universo personal constituido por la suma de miradas de nuestros pares, de los que estuvieron antes y de los que vendrán después. Representar la elección, la relación entre lo que hay para ver y lo que miro. Qué abarcar con la mirada: qué elegir de la red de posibilidades. La propuesta de representación del dibujo de un Aleph es la de una imagen que está en crecimiento sin cambiar de tamaño, en crecimiento constante. El dibujo de un Aleph es concebido como el intersticio en la mirada.
Dibujar un Aleph es un proyecto que surgió a partir de la lectura del cuento de Borges en la adolescencia. La descripción de ese punto en el que convergen todos los puntos del universo, me remitió a un juego de la infancia, secreto, solitario y silencioso. Lo realizaba en los recreos del jardín de infantes. Debía sentarme en un lugar determinado del patio, juntar los cuatro dedos índices y pulgares con las yemas enfrentadas en cruz, y concentrar la mirada y el pensamiento en el espacio ínfimo en el que los dedos nunca llegaban a tocarse. O sea, debía dejar la mirada fija en un espacio vacío que no veía. Un universo de posibilidades se abría e imaginaba mundos extraordinarios.
El escenario en el que se sitúa ese juego es el de una gran ausencia, la muerte de la madre protagonizando la primera infancia. La imagen que se me figura al pensar en ese dolor al comienzo de la vida, cuando todavía no hay recuerdo, es la de la confusión. La imagen es dolorosa, pero ambigua. Al no tener un recuerdo consciente del suceso traumático, el dolor se aloja en un lugar desconocido, abstracto, todas las puertas parecen estar abiertas, la sensación es la de haberse soltado de la red y quedar flotando en el vacío. Y digo que esta sensación es ambigua porque en la confusión más grande están también todas las formas y todas las cosas. La alternativa para habitar ese lugar es maravillarse, jugar, abrir ese canal.
Al leer el cuento de Borges en la adolescencia recordé aquel juego de la infancia y pensé en hacer una obra. Le propuse a mi compañera de juegos secretos de la infancia hacer una obra teatral con títeres, lo que no se concretó, pero años después comprendí que ese Aleph debíamos representarlo con el lenguaje que estábamos desarrollando para poder dibujar digitalmente en tiempo real y de forma colectiva.
La imagen de ese Aleph podía entonces reconstruirse de manera permanente. El dibujo podría expandirse al trazarse, deshacerse, y volver a trazarse una y otra vez. Pasar por diferentes ritmos, tiempos y estilos, figuraciones, abstracciones y direcciones de la línea.
Para indagar en el concepto del intersticio en la mirada, realicé con Andiamo dibujos digitales en tiempo real sobre imágenes que asociaba a ese concepto: recuerdos de sensaciones, imágenes de sueños, dibujos que buscaban representar las imágenes del pensamiento. El siguiente paso que proyecté fue dibujar situaciones vistas desde diferentes miradas de manera simultánea. La idea es probar esto en ejercicios colectivos para establecer códigos de la dinámica colaborativa que se aplicará en la etapa final.
La siguiente etapa proyectada es la realización del primer prototipo en Andiamo para generar la estructura en movimiento del Aleph (el lienzo), implementando el código de manera conjunta al desarrollo de los dibujos. La obra se completa al abrir la estructura de ese Aleph para recibir la impronta de muchas miradas, y quedar alojado en internet en transformación constante.
Proyecto concretar la obra con Andiamo para realizar los prototipos previos, y con Trazos Club para la etapa final, porque ambas tecnologías forman parte del proceso de desarrollo de la obra desde su etapa de ideación. Hay un paralelo en el desarrollo de los conceptos y de las funcionalidades que aplicamos en el desarrollo de las plataformas.
Cuando escribí la tesis todavía no existía la plataforma Trazos Club, por eso es mencionada con el nombre que tenía en ese momento el proyecto: “Trazos desplegándose”. En los últimos años, además del avance para el desarrollo de la obra Dibujar un Aleph que significa la versión actual de Trazos Club, también es un avance importante la práctica de dibujo colectivo que fui desarrollando con ella a través de laboratorios.
Viendo el proceso a la distancia, pienso que el momento de concretar la obra Dibujar un Aleph llegará cuando hayamos desarrollado las próximas etapas que tenemos proyectadas con Trazos Club, que consisten en propuestas de dibujo colectivo alojadas en la plataforma. Como ambos proyectos fueron ideados de manera simultánea con bases conceptuales comunes, considero que Trazos club es la plataforma ideal para materializar ese dibujo de un Aleph que representa la mirada creativa y colectiva. Pienso que en esa mirada hay una construcción a partir de la totalidad de posibilidades, y que uno construye siempre a partir de los otros, del imaginario colectivo, en red. La obra apuntará a poder constituir un Aleph formado por diferentes miradas, siempre cambiante.